Bióloga: Flora altoandina debería recuperarse en forma significativa tras las lluvias invernales

Mary Kali, Premio Nacional de Ciencias Naturales, investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y Universidad de Chile, quien lidera el Capítulo Flora de un proyecto mundial para catalogar la biodiversidad en las montañas, observa con optimismo la resiliencia de las plantas. Fuente: El Mostrador, 8 de agosto de 2024.

Una significativa recuperación de la flora altoandina en la zona central de Chile tras las intensas lluvias de invierno prevé la bióloga y botánica Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias Naturales y académica de la Universidad de Chile.

Kalin, quien también es investigadora principal del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), está al frente del Capítulo Flora del Global Mountain Biodiversity Assessment (GMBA), una iniciativa internacional que busca catalogar la biodiversidad en las montañas del mundo, abarcando plantas, mamíferos y otros grupos taxonómicos.

“Cuando fuimos durante la sequía, notamos un cambio terrible, por ejemplo, en las llaretas. Estaban súper secas, prácticamente desaparecidas en muchos casos. Así que tengo mucho interés en saber cuánto se han recuperado. Yo creo que sí se van a recuperar. Son bastante resistentes”, señaló Kalin.

Adaptaciones únicas

La flora altoandina ha desarrollado adaptaciones únicas que le permiten sobrevivir en condiciones extremas, como bajas temperaturas, alta radiación ultravioleta y escasa disponibilidad de agua. Estas adaptaciones incluyen hojas pequeñas y coriáceas, raíces profundas y la capacidad de sobrevivir largos períodos de sequía. Estas características pueden variar según la especie y las condiciones locales.

De esta forma, comparada con otras formas de vegetación, la flora altoandina puede ser considerada tanto más resiliente como más vulnerable dependiendo del contexto. Es así como sus adaptaciones a condiciones extremas le dan una ventaja en ambientes hostiles. La científica explica que, según una investigación desarrollada por Loreto Morales, una de las investigadoras posdoctorales del CHIC que trabaja en su laboratorio, hay especies que puedan resistir temperaturas de hasta 20 grados bajo cero. Asimismo, hay especies que crecen en laderas con mayor exposición al sol, donde la temperatura del aire puede alcanzar hasta 40ºC como extremo.

Justamente esta dependencia de condiciones climáticas específicas y su vulnerabilidad a cambios bruscos en el clima pueden hacer que la flora altoandina sea más susceptible a los efectos del cambio climático.

Especies beneficiadas

Las especies más beneficiadas por las lluvias incluyen las llaretas y una variedad de arbustos y herbáceas nativas, como las alstroemerias.

“Si hay un buen banco de semillas en el suelo, hay una muy buena probabilidad de que haya mucha vegetación este año, más de lo normal”, comenta la botánica, explicando que las semillas pueden permanecer viables en el suelo durante años, esperando condiciones adecuadas para germinar.

La flora altoandina desde Rancagua hacia el sur ha sido menos dañada. “Yo estuve en el interior de Talca, por ejemplo, y se veía mucho menos afectada”, dijo Kalin.

Aunque las lluvias recientes ofrecen un respiro, Kalin advierte que la sostenibilidad de esta recuperación depende de las condiciones climáticas futuras.

“Si vuelve a llover en forma consistente el próximo año, se recuperará aún más. Pero hay indicios de que viene La Niña, por lo que hay que esperar”, indicó.

Detalla que, desde la zona cordillerana de Copiapó, a los 26 grados de latitud Sur, hasta Cabo de Hornos, a los 56 grados de latitud Sur, en la cordillera se registra la presencia de unas 1250 especies vegetales en la zona altoandina y de ellas por lo menos 600 no se encuentran en zonas vegetacionales más bajas. Esa es el área donde Kalin desarrolla su investigación en el Centro Internacional Cabo de Hornos, enfocada en una de las biotas más vulnerables al cambio climático en Chile.

Catastro Mundial de Biodiversidad en Montañas

El proyecto GMBA tiene como objetivo coordinar un catastro de vida en las montañas del mundo, un esfuerzo que involucrará a numerosos colaboradores internacionales y que se realizará utilizando literatura y bases de datos globales.

“A mí me asignaron coordinar toda la parte de plantas, que es una tarea grande, porque las plantas son muy numerosas”, comentó Kalin.

Ya se ha llevado a cabo una reunión en Davos, Suiza, y el proyecto tiene un plazo de dos años para completarse.

“La tarea es ver si es posible hacer este catastro, según qué es lo que hay y cuáles son los patrones mundiales, tanto latitudinales como altitudinales. Y luego hay que definir dónde están los gaps, porque hay montañas que están relativamente bien estudiadas, y otras que no lo están”, explicó la científica.

Este esfuerzo es crucial para entender mejor la biodiversidad en las montañas y abordar los vacíos de conocimiento existentes.

“Para la flora de las montañas, nadie sabe en este momento cuantas especies hay globalmente. Es todo un desafío”.

Ricardo Rozzi, presidente del CHIC, subraya la importancia de las montañas como refugios de vida silvestre.

“Sudamérica se caracteriza por la presencia de la cordillera de Los Andes, que recorre como una columna vertebral todo el continente. De esta cordillera se desprenden las principales cuencas hidrográficas que abastecen de agua a las poblaciones humanas para satisfacer sus múltiples usos. Las cumbres de las montañas de esta y otras cordilleras del mundo son hoy uno de los mayores refugios de vida para la flora silvestre y la gran diversidad de organismos que dependen de ella, como los insectos polinizadores, hongos micorrícicos y mamíferos herbívoros, como las emblemáticas vizcachas y guanacos en los Andes chilenos”, afirmó Rozzi, destacando el papel de Mary Kalin en este esfuerzo global.

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