Encuentran en el norte de Chile una flor que nadie vio en un siglo y que fue declarada extinta

La endémica especie fue declarada extinta en 2010, pues desde su descubrimiento en 1925, nunca nadie más la volvió a ver…hasta ahora. Fuente: La Tercera, 2 de septiembre de 2024.

El 4 de noviembre de 1925, el reconocido botánico estadounidense Ivan Murray Johnston (28 de febrero de 1898 – 31 de mayo de 1960), encontró una especie única de flor en la Región de Atacama.

La flor, un cardo santo, fue bautizada con el nombre científico de Argemone crassifolia, una especie endémica de la Región de Atacama. El problema es que Johnston sólo puso como referencia geográfica al lugar donde la colectó como “Quebrada de Cañas near well”, referido a “cercano a un pozo de agua”. Esta localización actualmente es desconocida.

Encuentran en el norte de Chile una flor que nadie vio en un siglo y que fue declarada extinta

Fue la única vez y la última que alguien vio la flor, y la razón por la que fue declarada extinta en 2011 por el Comité de Clasificación de Especies Silvestres del Ministerio de Medioambiente, debido a la ausencia de colecciones actuales. “La búsquedas de la especie en las temporadas, lugares y con métodos adecuados no encontraron otro individuo”, justificó el ministerio como causa de la declaración.

Esa la razón por la que después de un siglo sin registro de la planta, un grupo de investigadores del Banco Base de Semillas del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi se abocó a la tarea de encontrarla.

“No fue fácil”, dice Sergio Ibáñez, investigador de Centro Regional INIA Intihuasi. Para buscar la esquiva especie, se estudió en el único ejemplar de herbario que se conocía de esta especie, colectado por Ivan Johnston. En él se indicaba que se colectó en la “Quebrada Cañas” pero asegura que nadie sabía dónde se encontraba esta quebrada. “Sin embargo, a partir de otras colectas de Johnston y de sus notas, se sabía que durante esa fecha él había estado en alguna parte entre la Quebrada de Paipote y la Sierra San Miguel, al este de Copiapó, explica Ibáñez.

Con esta información, se buscó en una base de datos antigua de 1924 realizada por Luis Risopatrón y otra de Internet ( geonames.org), y se tomaron todos los nombres topográficos que tuvieran la palabra “Cañas” o sus variantes. “Luego, consideramos solo los lugares que estuvieran cerca de Copiapó y alrededor de la altitud indicada por Johnston en la etiqueta de su planta. Los lugares que quedaron fueron pocos, y uno de ellos fue la Quebrada Cañas”.

Y fue precisamente en este lugar donde en 2021, los científicos del INIA lograron encontrar la planta y que hoy, después de los estudios científicos correspondientes, logran afirmar que es la escurridiza flor. “El descubrimiento no fue casual”, explica con orgullo Ibáñez, resumiendo todo el esfuerzo que debieron realizar para lograr reencontrar la esquiva flor.

Así se organizó la expedición para encontrar la flor

Para determinar en qué momento se realizarían las expediciones buscando la especie, se consideró la pluviometría y la fecha en la que fue colectada la planta, es por eso que, en los meses de primavera de 2021, un año que registraron eventos de precipitación por sobre lo normal en los meses de invierno, se realizaron las salidas a terreno.

Una vez localizada la población se levantó un censo de los ejemplares hallados y, además, se recolectó material de herbario y de semillas para su conservación ex situ en el Banco Base de Semillas (BBS) del INIA.

El género Argemone está integrado por 32 especies distribuidas en América y una endémica de las islas de Hawái con dos centros de diversificación principales: América del Norte, donde se encuentran la mayor cantidad de especies, y América del Sur, donde Chile es el país con mayor riqueza, incluyendo cuatro que son nativas del país, (A. subfusiformis, A. hunnemanni, A. rosea y A.crassifolia) siendo la que presenta mayor endemismo la Argemone crassifolia pues crece sólo en la Región de Atacama, específicamente en la precordillera de Copiapó.

A esta especie se les llama “cardo santo” porque se asemejan mucho a un cardo. Tienen hojas compuestas grandes, un tallo largo que sostiene flores en la parte superior y generalmente están cubiertas de espinas. Sin embargo, como los Argemone están emparentados con las amapolas, sus flores son más parecidas a estas plantas; tienen flores grandes y llamativas, botánicamente similares en composición.

Según explica Ibáñez, en el caso de Argemone crassifolia, se consideró como una especie distinta a todas las especies chilenas por la ausencia completa de espinas y sus hojas gruesas, entre otras características. “Debido a que la especie solo se conocía de una sola rama depositada en un herbario, no se sabía muy bien cómo era la planta completa”, señala.

Pero explica que gracias al hallazgo en terreno, se pudo constatar que la planta es muy parecida a los otros Argemone en cuanto a su hábitat; una planta alta, con hojas abundantes en la base y un escapo con flores en la parte superior.

“Un detalle importante constatado en terreno, es que en la población se encontraron individuos sin espinas (como el único ejemplar que se conocía previamente) y otros con espinas. De esta manera, los individuos con espinas se pueden confundir con otras especies, pero se diferencian porque la base de las espinas en otras especies parecidas presenta unas pústulas”.

La importancia de encontrar una especie extinta

Ibáñez dice que el redescubrimiento de una especie considerada extinta es de gran importancia. “En el caso de esta especie en particular, es de una importancia gigante, ya que a partir de una evaluación realizada a todas las especies de plantas de la Región de Atacama en el ‘Libro Rojo de la Flora de la Región de Atacama’, se consideró a Argemone crassifolia como la segunda especie de mayor importancia de la región a partir de parámetros taxonómicos y de distribución, estando en primer lugar Leontochir ovallei, la famosa garra de león”.

De manera adicional, dice A. crassifolia pertenece a un grupo de plantas con mucha importancia medicinal debido a la batería bioquímica que producen. Por lo tanto, abre una potencial fuente de compuestos que pueden tener una importancia para la salud humana, entre otras.

Es por este motivo que apenas se encontró la planta se colectaron semillas de la población para conservar el germoplasma de manera ex situ en el Banco Base de Semillas del INIA Intihuasi. “La zona en que se encuentra es de una gran actividad minera, por lo que la población corre el riesgo de verse afectada por estas actividades. Esto significa que deben considerarse otras maneras de protegerla en su hábitat. Sin embargo, gracias a la conservación de semillas realizadas en el Banco de Semillas del INIA, al menos ya no se volverá a correr el riesgo de perder esta planta para siempre”, afirma Ibáñez.

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