Es el segundo recurso natural más consumido en el mundo y su explotación se triplicó en 20 años. Si todo sigue igual, el efecto será devastador: afectará al suministro de agua, la producción de alimentos, la pesca y el turismo. Fuente: El Mercurio de Calama, 27 de abril de 2022.
El consumo de arena en sectores como el de la construcción se ha triplicado en 20 años y su excesivo uso podría tener negativas consecuencias ambientales, advirtió la ONU, que llamó a que este recurso sea declarado estratégico y regulado a nivel global para hacerlo más sostenible.
La extracción en lechos fluviales, marinos y playas de este recurso natural, el segundo más consumido en el mundo tras el agua, puede producir erosión, salinización de acuíferos, desprotección ante inundaciones costeras y pérdida de especies animales, alerta un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
«Dada nuestra dependencia de este material, debe ser reconocido como un recurso estratégico y su uso ha de ser repensado», resume el estudio y advierte que la sobreextracción amenaza al suministro de agua, la producción de alimentos, la pesca y el turismo.
El informe incluye numerosas recomendaciones para frenar la hoy casi ilimitada explotación de un material que «la humanidad cree erróneamente que es infinito», entre ellas prohibir su extracción de las playas, por su importancia para frenar las marejadas ciclónicas, o controlar de forma más estricta el dragado de los fondos marinos.
«Si moderamos la forma en la que gestionamos el recurso sólido más extraído del planeta, podemos evitar una crisis y avanzar hacia una economía circular», señaló el principal coordinador del informe, el experto Pascal Peduzzi.
ARENA RECICLADA
El estudio, realizado en colaboración con el Gobierno de Suiza y la Universidad de Ginebra, propone diversos cambios en la explotación arenera que incluyen un mayor uso de materiales reciclados, tales como restos de demoliciones o desechos arenosos de las explotaciones mineras.
La ONU también recomienda prohibir el vertido de desechos minerales, adoptar marcos legales que pongan límites claros a una extracción aún muy poco regulada en muchos países, o restaurar los ecosistemas dañados por la excesiva explotación de este recurso.
La arena es vital para el sector de la construcción, dado que mezclada con el cemento produce el hormigón tan esencial en la mayoría de las infraestructuras, y también es necesaria para la fabricación de vidrio y asfalto, o para ganar tierras al mar.
«Pese a su valor irreemplazable, nuestras sociedades tratan la arena como un material insignificante: no hay una contabilidad global sobre su producción y uso», lamenta el informe.
Pese a la ausencia de cifras estandarizadas, la ONU calcula que cada año el mundo utiliza 50.000 millones de toneladas de arena y gravilla, con los que se podría construir un muro de 27 metros de ancho y otros 27 de alto que diera la vuelta a la Tierra.
GRANDES CONSUMIDORES
Debido a la falta de regulación sobre su explotación, no hay estadísticas sobre los principales consumidores de arena, aunque posiblemente son grandes naciones emergentes como China o India, en un frenético proceso de urbanización y mejora de infraestructuras (la economía china produce más de la mitad del cemento global).
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente pide en su informe que se haga un inventario global de este recurso y se establezcan estándares más claros de propiedad y de concesión de licencias de explotación.
Una vez se haya reconocido la arena como un recurso estratégico nacional, cada país debería tener una idea de la cantidad que posee y designar autoridades que la gestionen creando un sistema eficaz de propiedad y explotación que también permita mecanismos de reparación de los costes ambientales, subraya el documento de la ONU.
La organización insiste en que se reconozca además el valor de la arena en la lucha contra la «triple amenaza» del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la creciente contaminación: por ejemplo, su presencia en las playas puede ser esencial para protegerse y adaptarse ante el temido aumento del nivel del mar.